30/3/16

no ser de aqui
ni ser de alla
alma inquieta ,espiritu errante
corre por mis venas la libertad salvaje
descubrir nuevos rumbos ,que la luna me acompañe
asi como mis ancestros ,trazar camino en el viaje
Ir explorando senderos que lleven a ninguna parte
correr como el viento inquieto
sin limites... como el arte
ayudando a despertar ,del letargo atosigante
sintiendote tierra en mi alma
amandote en todas partes

Ancestral

Una vez mas sola en el taller ,solo la tenue luz y una suave música de fondo..mi corazón late fuerte, la respiración se agita...La arcilla espera, fría por fuera ,callada pero con un interior ardiente , lleno de cosas por decir.. ,mis manos juegan en el barro suben ,bajan , se entierran con fuerza , vuelven a acariciar suavemente ...hasta mimetizarse con el y entonces solo entonces ocurre la magia de la creación...como si toda YO fuera el mismo barro comienzan a tomar forma las ideas ,los sueños y van quedando allí plasmados en la arcilla , todo lo que guarda mi interior se proyecta y se aloja en cada partícula del material y a su vez es el quien transmite. y le dicta a mis manos los pasos a seguir..para que el proyecto cobre VIDA y tome de mi lo necesario para SER...cual sea el final no es tan importante como el proceso , ese momento donde la física,química,lo etéreo y lo concreto, la realidad y los sueños se mezclan de manera tal que ese revoltijo de moléculas dará como resultado la mas pura comunión de mi alma con el barro ,el retorno a las raíces un volver a nacer y sentir en cada pieza ..cada una es un acto de amor con la tierra y de entrega de mi alma de barro.

abrazo de barro


Amo el barro
que se desliza entre mis manos
haciendo formas caprichosas
convirtiendose en el amo
que sube por mis brazos
se enlaza con mis venas
y nos funde en un abrazo
amo el barro
que se escurre por mis dedos
que da forma y se deforma
para ir de a poco creando
amo y señor de mis creaciones
que de el van despertando
Amo el barro
que da vida a lo que pienso
y da forma a lo que hago
esa magia que aparece
apenas lo voy tocando
la plenitud es infinita
canta mi alma de barro .

amor de barro

Debes amar, la arcilla que va en tus manos Debes amar, su arena hasta la locura y si no, no lo intentes que sera en vano Solo el amor. alumbra lo que perdura Solo el amor, convierte en milagro el barro.

bendicion

Que la luz de tu alma te guíe. Que la luz de tu alma bendiga tu trabajo con el amor secreto y el calor de tu corazón. Que veas en lo que haces la belleza de tu alma. Que la santidad de tu trabajo lleve salud, luz y renovación a los que trabajan contigo y a los que ven y reciben tu trabajo. Que tu trabajo nunca te canse. Que libere en ti manantiales de renovación, inspiración y animación. Que estés presente en lo que haces. Que nunca te pierdas en ausencias insulsas. Que el día nunca te pese. Que el alba te encuentre despierto y atento, esperando el nuevo día con sueños, posibilidades y promesas. Que la noche te encuentre en estado de gracia y realizado. Que comiences la noche bendecido, abrigado y protegido. Que tu alma te serene, consuele y renueve

26/3/16

Leyenda de la luna y el sol
Kuifi Mapuche Piam (Antiguo Relato Mapuche)
Dicen nuestros kuifikeche, que la Luna y el Sol era un matrimonio que vivía armoniosamente allá arriba, en el Wenu Mapu, brillaban juntos cada día. Pero cierto día ocurrió una gran tragedia, la Luna encontró al Sol besándose con el lucero del alba, tanto se indignó que fue a reclamarle su traición el Sol, pero este se enfureció y se golpearon fuertemente; es por eso que ahora ambos tienen marcas que todos podemos ver.
Tal fue la pelea, que la Luna y el Sol se separaron, ella muy triste se fue a vivir lejos, se fue junto a las estrellas, allí lloró su dolor que cayó como lágrimas de plata, las estrellas recogieron unas y se adornaron para hacer un gran baile y alegrar a la Luna. La Luna volvió a sonreír y decidió regalar sus lágrimas a la mujer mapuche, pues éstas ya no solo eran de dolor por la traición del Sol, sino que también eran parte de la bondad de sus hermanas estrellas.
En tanto, el Sol pidió perdón a la Luna, y ella le aceptó, pero nunca más vivirían juntos, ella era feliz cada noche y no necesitaba del día para brillar de alegría, entonces el Sol la espía en las noches (reflejando su luz), pero cuando se acerca por las mañanas, la Luna se va, y cuando la Luna voltea a mirarle por las noches, el Sol se esconde de vergüenza.
En tanto, el lucero del alba, se alejó del Sol y la Luna, se dio cuenta que él amaba a la Luna y la Luna amaba al Sol, por eso se llenó de envidia y quiso irse a la noche para alcanzarle y envenenarla contra el Sol, pero las estrellas no la dejaron cruzar y el lucero del alba quedó colgado entre la noche y el día.
Así se creó el día y la noche, así es como nació la platería, para embellecer a la mujer mapuche y protegerla de las envidias, pero también recordarle al hombre mapuche que debe respetar a las mujeres, que son la belleza y fuerza de su pueblo.
Desde esos días y noches, el Sol y la Luna siguen amándose, persiguiéndose, mirándose, sonriéndose, pero en silencio y en secreto; aunque dicen, que cada cierto tiempo, se unen, se encuentran y apagan su luz para que no los veamos, pues les gusta sentirse enamorados. Aún así, prefieren vivir como están para evitar que nuevamente los quieran separar y, a su vez, proteger, ayudar y vigilar a la mujer y el hombre mapuche acá abajo, en el Naq Mapu.


EL MAINUMBÍ Y EL CURURÚ
LEYENDA GUARANÍ
Mientras Tupá sé hallaba formando el mundo y poblándolo con los seres que hoy vemos en él, su tarea era ímproba e ininterrumpida. Las aguas lamían las tierras creadas y un firmamento muy azul limitaba el espacio con una bóveda de nubes. El sol, recién salido de las manos de Tupá, enviaba haces dorados de luz que daban calor y brillantes matices a las plantas terminadas de crear y que embellecían la tierra con el verdee de ramas y hojas, y los rojos, los blancos, los amarillos y los azules de sus pétalos de seda.
Tupá miró su obra y decidió poblar los aires y las aguas. Entonces formó las aves y los peces. Los aires se llenaron de alas y los árboles de nidos. Las más bellas y delicadas avecillas y las más fuertes y poderosas surgían de las manos todopoderosas de Tupá y buscaban el árbol o la montaña que las habría de cobijar. Tan entusiasmado estaba Tupá con su obra alada, que resolvió hacer una joya que surcara el aire despertando la admiración de todos por su belleza, por su color, por su aspecto, por su forma de volar.
Tomó un poco de arcilla, muy poca, y le dio una forma graciosa de leve aspecto; le agregó las alitas tenues y movedizas, una cola preciosa; un pico muy fino y largo para que la nueva avecita lo pudiera introducir en las flores en busca del néctar contenido en su interior, y cubrió el cuerpecito de finísimas y sedosas plumas.
Mezcló luego los más bellos colores con rayos de sol para darles reflejos irisados y con ellos pintó las plumitas de la nueva avecilla que, ya terminada, batió sus alas pequeñas y en vuelo gracioso y sutil comenzó su recorrido de flor en flor, temblando sobre ellas y sin posarse en nin­guna.
Según los guaraníes, la llamó mainumbí. Tupá, satisfecho, la miró alejarse, seguro de haber creado la más bonita, la más graciosa, pequeña y sutil de las aves, sólo comparable a la más hermosa flor. No sólo Tupá tenia esa idea. De ella participaba también Añá, a quien la envidia inspiraba todos sus actos y que, no habiendo perdido detalle de la creación de la última obra de Tupá, escondido detrás de unos árboles desde donde le era fácil espiar, decidió él mismo, siguiendo en todas sus partes el procedimiento usado por el Dios bueno, hacer una obra exacta a la realizada por é1. Tuvo buen cuidado de realizarla- con la misma arcilla, de la que tomó un buen trozo, sin duda, para que no le llegara a faltar. La amasó, la acarició con sus largas y ganchudas manos tratando de dar­le elegante forma, imitando la que, de lejos, había visto hacer a Tupá.
No consiguió tantos colores para terminar su creación, pero no le dio mayor importancia, y con el verde, el negro y el blanco amarillento que halló, pintó la arcilla. Miró su obra convencido que bien podía competir con la dé Tupá, y -muy conforme con ella - la tomó entre sus dos manos, la levantó en el aire, y, allí, dándole un pequeño impulso, trató de echarla a volar. Pero en el mismo momento que la libró de la prisión que la contenía y dirigió la vista hacia lo alto, esperando verla llegar, un ruido sordo se oyó en la tierra. Miró sorprendido Añá, y un gesto de estupor cambió su expresión satis­fecha. Su obra, en lugar de volar, había caído al suelo, de donde salió dando saltos; contra todas las suposiciones de su creador, para ir a ocultarse en­tre las piedras del camino. Añá, muy a su pesar, y contra su voluntad, creyendo crear un pájaro, había creado al cururú.